Alergias, todo lo que debes saber
Cuando hablamos de alergias, hablamos de la enfermedad con mayor cantidad de afectados en el 40% de los países del planeta. Se estima que 1 de cada 5 ó 6 personas en el mundo padece algún tipo de alergia, y tan solo el 25% lo sabe. Conoce en este artículo todo lo que debes saber sobre esta afección y los distintos tipos de alergia.
Contenido de este artículo
Qué es la alergia
Las alergias se conocen como hipersensibilidad específica adquirida, inmunológicamente están relacionadas a sustancias extrañas. Una alergia surge después de un contacto repetido con la sustancia que causa la alergia y se basa en una reacción del propio sistema de defensa del cuerpo.
Los antígenos causantes de alergias, que pueden causar reacciones incluso en cantidades muy pequeñas, se llaman alérgenos. Básicamente, se habla de una alergia solo si el paciente, además de la sensibilización, también tiene los síntomas alérgicos correspondientes. Conoce en este artículo aspectos importantes relacionados con la alergia en general.
Sistema inmune de una persona alérgica
Durante mucho tiempo se ha creído que las personas alérgicas tienen un sistema inmune débil. Pero eso no es verdad, es más un sistema inmune hiperactivo debido a un desequilibrio de la defensa del cuerpo.
El sistema inmunitario en este caso, no tiene la capacidad de poder diferenciar correctamente entre sustancias extrañas dañinas e inofensivas para el organismo y se sale de control. Por lo tanto, se trata de una defensa inmune exagerada y excesiva contra las sustancias que en realidad no dañan el organismo.
Primeras reacciones de la alergia
Dado que la piel y las membranas mucosas en los ojos, las vías respiratorias y el sistema digestivo, son la primera barrera contra los intrusos, con mayor frecuencia se ven afectadas por reacciones alérgicas.
La reacción particular de un organismo a un alérgeno puede ser muy diferente, pero generalmente se asocia con muchos síntomas desagradables típicos de la alergia. Por ejemplo, una alergia puede manifestarse con:
- Nariz hinchada
- Secreciones nasales
- Ojos llorosos
- Picazón
- Erupciones en la piel debido a bisutería u otros elementos
- Picazón en el paladar
- Náuseas después de comer alimentos
Cómo se diagnostica una condición alérgica
La forma de diagnosticar la alergia y conocer los elementos a los que una persona puede tener reacciones alérgicas, es mediante distintas pruebas donde se pone en contacto a la persona con el producto alérgeno, éstas pueden ser de forma cutánea, dentro de la piel o mediante la inhalación.
Pruebas de punción cutánea
En la llamada prueba de punción cutánea, se aplica una gota del extracto de alérgeno en la piel y luego se raspa brevemente con la ayuda de una cuchilla y un pinchazo. Después de 15 minutos, se puede leer el resultado determinando el enrojecimiento y el tamaño de la roncha.
Prueba intracutánea
En la prueba intracutánea, la solución de alérgeno se introduce en la piel con una jeringa fina. De nuevo, después de 15 minutos como resultado, se determina la lectura del enrojecimiento y el tamaño de la lesión.
En la prueba epicutánea, que también se conoce como la prueba del parche, las sustancias que se someterán a prueba se colocan en cámaras pequeñas con un parche durante 3 días sobre la piel y se lee el resultado después de este tiempo. El resultado son pequeñas ampollas y enrojecimiento de la piel.
Prueba de inhalación
Las pruebas de provocación se utilizan para la detección segura o la exclusión de la alergia en combinación con las pruebas cutáneas antes mencionadas. Éstas se llevan a cabo en la nariz, la conjuntiva de los ojos o los bronquios y se consideran el tipo de prueba de alergia más natural. El alérgeno se introduce como un aerosol nasal, inhalación o gotas para los ojos.
Los análisis de sangre examinan los anticuerpos producidos por el cuerpo (anticuerpos IgE) o células inmunitarias involucradas en la reacción alérgica, como una expresión de alergia.
Elementos que pueden causar alergias
Hay una gran cantidad de sustancias que son alérgenos particularmente fuertes. El problema, es que éstas son principalmente sustancias con las que se tiene un contacto diario, por lo que muchas veces resulta muy difícil evitarlas. La alergia, generalmente no es producida por productos químicos artificiales, como muchos creen, sino por productos naturales cotidianos, tales como:
- El polvo, ácaros
- Medicamentos: antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos o cremas de uso externo
- Polen
- Alimentos: mariscos, huevo, leche, pescado, frutos secos, etc.
- Hongos del moho
- Insecticidas
- El níquel
- Picadas de insectos
- El látex
- Pelos de animales: gatos, perros, etc.
- Humo de cigarro o tabaco
Hablaremos de las alergias a algunos de estos elementos más abajo en esta misma página.
Clasificación de reacciones alérgicas por grupo
Dependiendo de los procesos en el sistema inmune y cómo éste se comporta frente a un cuerpo alérgeno, las reacciones alérgicas se clasifican en 4 grupos diferentes:
Reacciones tipo I
Las reacciones de tipo I son las manifestaciones alérgicas más comunes. Aquí, los propios anticuerpos del organismo se unen a los alérgenos que han penetrado en el cuerpo, lo que posteriormente conduce a la liberación de sustancias mensajeras como la histamina.
Estas sustancias mensajeras desencadenan los síntomas alérgicos típicos de fiebre del heno (rinitis alérgica), conjuntivitis y asma alérgica. Dado que este proceso ocurre inmediatamente después del contacto con el alérgeno, las reacciones de Tipo I también se conocen como reacciones de tipo inmediato. Este tipo de reacciones incluyen polen, pelo de animal, ácaros del polvo y veneno de insectos, así como algunas alergias causadas por alimentación.
Reacciones tipo II
Las reacciones de tipo II ocurren cuando la unión de alérgenos produce un llamado complejo antígeno-anticuerpo en células o tejidos. Este complejo activa las células inmunes, llamadas células T citotóxicas, que lo atacan, causando también daño celular y tisular. Las reacciones típicas de tipo II incluyen, por ejemplo, intolerancia al grupo sanguíneo y rechazo de trasplante de órganos.
Reacciones tipo III
En las reacciones de tipo III, los complejos antígeno-anticuerpo que circulan en la sangre se depositan en vasos o tejidos donde causan inflamación aguda activando ciertas células inmunes. Un ejemplo de una reacción de Tipo III es la aspergilosis pulmonar, una enfermedad causada por esporas de moho.
Reacciones tipo IV
Las reacciones de tipo IV están mediadas por células inmunes específicas (células T) que primero se sensibilizan a través del contacto inicial con un alérgeno y luego se activan por exposición repetida. En este estado, destruyen el tejido directamente o causan la liberación de sustancias mensajeras, que a su vez desencadenan procesos que dañan el tejido.
Como los síntomas no se vuelven visibles hasta uno o dos días después del contacto con alérgenos, las reacciones de tipo IV también se conocen como “tipo tardío”. Este grupo de reacciones incluyen alergia de contacto, que puede desencadenarse, por ejemplo, por el níquel o los conservantes, así como por muchas formas de hipersensibilidad a los medicamentos.
Factores de riesgo
Las causas exactas del aumento de las alergias son desconocidas. Los expertos sospechan, entre otras cosas, de dos factores responsables del desarrollo de enfermedades alérgicas: predisposición genética individual y factores ambientales. Según los estudios, la proporción de predisposición genética al riesgo de alergias se estima en un 70% y la proporción de factores ambientales en un 30%.
Un estilo de vida occidental con altos estándares de higiene, como un ambiente libre de gérmenes y parásitos en la infancia, parece privar al sistema inmune en desarrollo, de señales importantes que serían realmente necesarias durante la vida de la persona.
Sin embargo, a diferencia de las enfermedades hereditarias clásicas, las enfermedades alérgicas no implican un cambio en un gen específico, sino un complejo sistema de diferentes factores genéticos.
Alergia al sol
Lo denominado popularmente como “Alergia al Sol”, es en realidad una erupción polimorfa lumínica (EPL) y consiste, básicamente, en una reacción exagerada y anormal de nuestro sistema inmunológico frente a la exposición solar. Esto acaba generando lesiones cutáneas en el paciente, que son la manifestación visible de lo que reconocemos como alergia al sol.
Este tipo de reacción ha recibido siempre el nombre de “alergia al sol” debido a que el origen de la reacción es similar al de una alergia. Sin embargo, puede ser consecuencia de una serie de diferentes patologías o enfermedades dermatológicas.
El investigador de la Universidad Nacional de Cataluña, Ramón Grimalt, asegura que estas reacciones pueden deberse a: EPL, urticaria solar, prurigo actínico o a la porfiria.
Erupción polimorfa lumínica
Cada vez que se habla de una “alergia al sol” lo más probable es que se trate en realidad de esta enfermedad. Esta, tiene reacciones hormonales, por lo que se da con mucha más frecuencia en las mujeres en edad joven.
Esta patología suele sufrirse mayormente en las épocas de verano y primavera, que son los momentos del año en los que más se produce la exposición a los rayos UV del sol. Por lo general, la erupción cutánea se produce unas horas después de finalizada la exposición. La erupción podrá observarse en todas las zonas del cuerpo que hayan sido directamente expuestas.
Urticaria solar
Esta enfermedad es aún más frecuente que la EPL. Se trata de una erupción con pápulas parecidas a las picaduras de un mosquito, pero que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. A diferencia de la anterior, ésta no predomina más en un sexo que en otro y puede aparecer en cualquier época del año.
Prurigo actínico
Esta es la menos parecida a una enfermedad de tipo alérgico. Por lo general, la padecen las personas en edad avanzada, cuyo sistema inmunológico sufre mucho más exageradamente la exposición a los rayos UV del sol. Por lo general, cuando esta enfermedad aparece, lo que se produce es un engrosamiento de la piel.
Porfiria
Esta consiste en una sensibilidad exagerada de la piel. Es una de las enfermedades más raras, siendo muy pocas las personas que la padecen. La gravedad de esta enfermedad hace que aquellas personas que la sufren, no puedan salir de su hogar durante el día, debido a que no pueden tolerar ningún tipo de exposición al sol.
Causas de la alergia al sol
Aún no han podido determinarse causas específicas que den lugar a la alergia al sol. Sin embargo, una serie de estudios han podido demostrar que la EPL suele aparecer cuando se produce una exposición a los rayos UV que es mucho más prolongada y dura de lo normal (por ejemplo, cuando se “toma sol” en la playa o en parques, con poca sombra).
¿Cuáles son sus síntomas?
Por lo general, los síntomas más frecuentes de la EPL (lo más común conocido como “alergia al sol”) son:
- Picazón, enrojecimiento e inflamación en la piel
- Molestias, dolor
- Eruptiva, especialmente en las zonas expuestas
- Lesiones que pueden persistir varios días
Las lesiones que aparecen en estos casos, pueden ser de formas muy variadas. Pueden ser pápulas (tienen menos de un centímetro y son sobreelevadas y bien definidas), papulovesículas (iguales a las anteriores, pero añadiendo ampollas con líquido en su interior), placas (son más grandes) o lesiones eritematosas multiformes (lesiones de color rojizo, ocn formas diferentes).
Generalmente, las zonas del cuerpo que mayormente se ven afectadas ante este tipo de reacción son: el escote, el rostro, los brazos, las piernas (si han estado expuestas) y hasta las plantas de los pies si se llevaron zapatos abiertos.
El diagnóstico
Al igual que en la mayor parte de las enfermedades de tipo dermatológicas, en el caso de la “alergia al sol”, el diagnóstico conlleva, inicialmente, una historia clínica detallada, de modo de testificar cuáles son los síntomas y en qué momentos y de qué manera se presentan.
En segundo lugar, se debe llevar adelante una exploración física, para que el personal médico pueda dar cuenta de las lesiones o marcas en el cuerpo.
Si los dos procedimientos anteriores dieron lugar a una sospecha de “alergia al sol”, lo ideal es que, para confirmar, se lleve a cabo una biopsia de la piel (o una fotoprovocación). Esta, consiste en irradiar una zona de la piel del paciente con rayos UV, de modo de observar si aparecen reacciones cutáneas ante la misma.
Por último, para completar todos los procedimientos mencionados con anterioridad, debe realizarse un análisis de laboratorio consistente en una extracción de sangre, el cual estará destinado a observar si el paciente cuenta con anticuerpos específicos (IgE) para el alérgeno.
¿Cómo tratar una alergia al sol?
Al igual que en el común de las alergias, en estos casos, el paso fundamental para tratar y prevenir una reacción consiste en evitar, en lo posible, la exposición al sol, permaneciendo lo más cubierto posible y utilizando protector solar de factores altos, cada vez que vaya a salirse a la calle. Además de evitar reacciones alérgicas, estas medidas son esenciales para la prevención de distintos tipos de melanoma y cáncer de piel.
Sin embargo, lo anterior es suficiente sólo cuando la alergia del paciente es de una severidad inferior. En cambio, en los casos en los que la sensibilidad es mayor, existe otro tipo de tratamiento:
- En primer lugar, la fototerapia: esta, irradia rayos UVA y UVB en pequeñas cantidades, de modo de inducir el endurecimiento de la piel, generando una protección y resistencia mayor frente a la exposición solar.
- Por otro lado, pueden utilizarse antihistamínicos, corticoides, antipalúdicos e inmunosupresores. Estos, si bien no funcionan como medida preventiva, ayudan a aliviar los síntomas.
- Finalmente, si bien se dijo que se debe proteger lo más posible al paciente de la exposición solar, es importante que el cuerpo vaya acostumbrándose progresivamente al sol, de modo de evitar lesiones cutáneas de gravedad. Para ello, es fundamental que se utilice protector solar, gorros y ropa que cubra, pero saliendo a caminar todos los días, para que el cuerpo pueda acostumbrarse correctamente.
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
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Alergia a las picaduras de insectos
Podría decirse que la alergia a las picaduras es una de las más antiguas registradas en la historia. Al igual que en todas las alergias, la alergia a las picaduras de insectos es una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a los alérgenos, en este caso, las picaduras.
Si bien nadie está a salvo de sufrir una picadura de insectos, lo más común es que este tipo de alergia se desarrolle en edad infantil. En los niños, las picaduras de insectos son sumamente comunes, especialmente en épocas como primavera y verano, debido a que es el momento en que los insectos proliferan y los niños juegan más al aire libre.
Técnicamente, una picadura es una lesión que aparece en el cuerpo en el momento en que un insecto inyecta veneno a través de su aguijón o mordiendo y extrayendo algunas gotas de sangre.
Causas de la alergia a las picaduras de insectos
Siempre que a cualquier persona le pica un insecto, la zona de la picadura se inflama, se enrojece, pudiendo provocar picazón o ardor. Sin embargo, en algunas personas el sistema inmunológico reacciona de una manera exagerada, desencadenando una reacción alérgica.
Cuando una persona ha desarrollado una alergia a los insectos, luego de ser picado más de una vez, su sistema inmune genera anticuerpos llamados Inmunoglobulina E (IgE). Una vez desarrollados dichos anticuerpos, si la persona es picada nuevamente por el mismo tipo de insecto, el veneno del mismo interactúa con el anticuerpo, desencadenando así una serie de sustancias que son las responsables de las reacciones alérgicas, las cuales pueden contar con grados de severidad diversos.
Por lo general, la probabilidad de desarrollar una alergia a las picaduras de insectos, aumenta proporcionalmente con la cantidad de picaduras padecidas por una persona. Por ello, si bien algunos especialistas aseguran que son los niños quienes más facilidad tienen de contraer este tipo de alergia, hay también quienes creen que los adultos son más propensos a ser alérgicos, debido a que llevan más tiempo de su vida sensibilizándose ante las mismas.
¿Cuáles son los insectos que generan la mayoría de las reacciones alérgicas?
En primer lugar, el mosquito
El mosquito es el más común de todos, pero no menos nocivo para una persona alérgica. El mosquito suele generar una reacción local, que consiste en una pápula desarrollada en el sitio de la picadura. Por lo general, esta pápula aparece alrededor de 2 horas después de efectuada la inyección del insecto en nuestro cuerpo, pudiendo persistir de 24 a 48 horas.
La recomendación principal es, siempre, evitar lo más posible el rascado, debido a que puede aseverar el cuadro, erosionando la piel y dando lugar a una infección.
En la actualidad, se ha podido registrar que alrededor del 3% de la población padece de reacciones alérgicas ante la picadura de un mosquito.
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La pulga
Esta, puede causar reacciones alérgicas de tipo cutáneo. La especie de pulga que más frecuentemente afecta al ser humano se denomina Pulex Irritans.
El tábano
La reacción producida por la picadura de éste, consiste en un nódulo cutáneo que resulta muy doloroso.
La hormiga colorada
La alergia a la mordedura de hormiga colorada es muy común hoy en día y sus efectos pueden ser realmente peligrosos para la salud de quien padece de reacción ante estos insectos.
Otros insectos que también pueden provocar alergia son: las avispas, las abejas y la oruga.
¿Cuáles son sus síntomas?
Ciertamente, si hablamos de la picadura de un insecto, atinaríamos a creer que el síntoma es un nódulo o una lesión de distinta forma en la piel, acompañada por enrojecimiento, picazón o dolor. Sin embargo, cuando nos referimos a una reacción alérgica a dichas picaduras, suelen aparecer otros síntomas, que son mucho menos comunes en estas situaciones.
Los síntomas varían, siempre, según la gravedad de la alergia de cada paciente. En algunos casos, puede tratarse de enrojecimiento en los ojos, lagrimeo, inflamación en distintas partes del cuerpo y picazón.
Pero también hay casos en los que las reacciones tienden a ser mucho más graves, pudiendo alcanzar, incluso, una severidad mortal. En muchos casos, la reacción comienza con una urticaria, una roncha o lesión, inflamación en los ojos y en la boca (o en cualquier otra parte del cuerpo que se encuentre distante a la zona de la picadura). Además puede padecerse de tos y silbidos en el pecho, dificultad para respirar correctamente, mareos, bajones de presión, e, incluso, desmayos. Cuando la reacción es de gravedad, resulta fundamental acudir de manera urgente al médico.
El diagnóstico
Una de las maneras más eficaces para diagnosticar este tipo de alergia, es a través de una prueba cutánea, denominada Test de Prick. En este Test, se le aplican al paciente unas gotas de una solución de prueba estandarizada, en la parte superior del brazo o en la espalda, accediendo luego a pinchar o raspar la zona de aplicación. Una vez finalizado esto, se esperan entre 15 y 20 minutos, que es el tiempo aproximado que la piel tarda en inflamarse o enrojecerse.
Una vez realizado el Test de Prick, lo ideal es que, para acabar de confirmar la alergia al polvo, se lleve adelante un análisis de sangre. En el análisis de sangre, se examina si el paciente presenta anticuerpos específicos (IgE) para el alérgeno.
¿Cómo tratar una alergia a las picaduras de insectos?
Una vez efectuada la picadura, lo ideal es elevar la zona afectada y aplicar hielo para reducir la inflamación. Debemos evitar las infecciones. Para eso, es importante limpiar suavemente las lesiones con agua tibia y jabón, cuidando de no romperlas ni pincharlas. Para aliviar la molestia, se puede acudir a un antihistamínico o a un corticoide tópico.
Pero, ¿cómo evitamos las picaduras?
El primer paso – y el fundamental – es reconocer y eliminar todos los nidos de insectos que pueda haber en el hogar o en el área de influencia. Para ello, lo ideal es que la tarea sea llevada a cabo por una persona no alérgica y llevando protección.
Por otro lado, en los meses de primavera y verano (o en días calurosos), lo ideal es llevar puesto repelente todo el tiempo. Este repelente puede ser químico, natural (derivado de las plantas) o de otro tipo, como la vitamina B1.
Otra de las maneras de tratar una alergia a las picaduras de insectos, es a través de la inmunoterapia. Es de gran importancia saber que este procedimiento debe llevarse a cabo en el interior de una institución hospitalaria. La inmunoterapia es también conocida como “vacuna para la alergia”.
La inmunoterapia apunta a reducir la producción de IgE contra el veneno de los insectos, aumentando, al mismo tiempo, la producción de anticuerpos “bloqueadores” (IgG).
Muchos especialistas han asegurado que la vacunación contra la alergia a las picaduras de insectos proporciona una protección de aproximadamente el 98% frente a nuevas picaduras.
Podría decirse que la alergia a las picaduras es una de las más antiguas registradas en la historia. Al igual que en todas las alergias, la alergia a las picaduras de insectos es una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a los alérgenos, en este caso, las picaduras.
Si bien nadie está a salvo de sufrir una picadura de insectos, lo más común es que este tipo de alergia se desarrolle en edad infantil. En los niños, las picaduras de insectos son sumamente comunes, especialmente en épocas como primavera y verano, debido a que es el momento en que los insectos proliferan y los niños juegan más al aire libre.
Técnicamente, una picadura es una lesión que aparece en el cuerpo en el momento en que un insecto inyecta veneno a través de su aguijón o mordiendo y extrayendo algunas gotas de sangre.
Alergia a la humedad
Al igual que con todas las alergias, la alergia a la humedad consiste en una reacción exagerada de nuestro organismo frente a un componente alérgeno, en este caso, la humedad. La alergia a la humedad es, en realidad y más exactamente, una alergia a los hongos producidos por la misma.
Causas de la alergia a los hongos de la humedad
Si bien puede desarrollarse en cualquier momento de la vida, este tipo de alergia es mucho más frecuente en los niños.
Son algunas de las esporas de los hongos las que tienen capacidad alergénica, debido a que son éstas las que se encuentran en el aire. Existen muchos tipos distintos de hongos. Sin embargo, los que más frecuentemente causan alergia son:
- Alternaria (más frecuentes en el área mediterránea)
- Aspergillus
- Cladosporium (especialmente en el Norte de Europa)
- Penicillium
Las esporas de los hongos de la humedad se encuentran en el aire, en una concentración sumamente mayor a la de otros elementos alérgenos. Tienen un tamaño tan pequeño que resultan prácticamente imperceptibles a la vista. Es debido a su pequeño tamaño que les resulta mucho más sencillo a estas esporas acceder al tracto respiratorio inferior, pudiendo así producir asma.
Si bien estas esporas de los hongos se encuentran en el aire a lo largo de todo el año, su nivel de concentración es mucho mayor durante los meses de primavera y verano. Esto se debe a que son meses muy lluviosos, donde la humedad es una problemática casi diaria.
Por otra parte, hay ciertos hongos de la humedad que no dependen demasiado de las condiciones climáticas, sino que se desarrollan en el interior del hogar, especialmente en casas en las que se encuentra un alto nivel de humedad. A su vez, la presencia de plantas en el hogar puede favorecer el desarrollo de hongos en el mismo.
Los factores que más favorecen el desarrollo de hongos al interior de un espacio son: la humedad, la oscuridad, la acumulación de materiales de índole orgánica y la acumulación excesiva de polvo.
¿Cuáles son sus síntomas?
Por lo general, los síntomas de la alergia a los hongos de la humedad no tienden a ser demasiado diferentes a los de otro tipo de alergias. Estos síntomas, incluyen: lagrimeo, irritación y picazón en los ojos, picazón y molestias en la garganta, tos aguda, picazón y enrojecimiento en la nariz, estornudos, ruidos torácicos (más comúnmente tipo silbidos), rinorrea y dificultades respiratorias más o menos graves. Por otro lado, muchas personas, cuando pasan por una reacción alérgica, sufren de irritación, enrojecimiento, brotes y picazón en distintas partes del cuerpo más expuestas.
El diagnóstico
Debido a una carencia de estudios fehacientes sobre los extractos comerciales que se encuentran disponibles en la actualidad para el diagnóstico de la alergia a la humedad, éste suele ser más difícil de ser llevado adelante.
Por otro lado, no se tiene demasiado en claro aún cuáles son los verdaderos factores alérgenos y sensibilizantes. Es por esto no se han podido desarrollar todavía extractos que resulten de eficacia para el diagnóstico de la alergia a estos hongos.
De todas maneras, los médicos alergistas continúan aplicando determinados tipos de diagnósticos. En general, son los mismos que se utilizan para determinar la presencia de otro tipo de alergias (estos son, el Test de Prick, la exploración física y el análisis de sangre).
¿Cómo tratar una alergia a la humedad?
Debido a que los hongos de la humedad pueden desarrollarse en diversos rincones del hogar, resulta casi imposible evitar el contacto o la cercanía con ellos. De todas maneras, sí resulta posible – siendo, además, aconsejable – alejarse de la concentración de esporas de los hongos de la humedad. Para ello, se deben adoptar las siguientes conductas:
- Eliminar todas las manchas de humedad que se encuentren dentro del hogar. En lo posible, esto debe ser realizado por una persona no alérgica. Si no hay otra opción, se recomienda al alérgico utilizar barbijos u otros métodos de protección.
- Controlar y reparar todos los sitios del hogar que puedan traer filtraciones
- Ventilar el baño luego de usarlo, evitando así la acumulación de vapor
- Mantener limpias y secas todas las zonas húmedas de la casa
- Evitar la acumulación de basura
- Mantener limpia la heladera
- No tener plantas en el interior del hogar
- Evitar, en lo posible, pasar demasiado tiempo dentro de bodegas, sótanos y almacenes húmedos
- No ser el alérgico quien corte el pasto ni estar presente mientras se lleva a cabo esta tarea
Tratamientos
Además de mantenerse lo más lejos posible del factor alérgeno, existen otros dos tratamientos posibles, de índole farmacológica. Estos son:
- La inmunoterapia (a través de anticuerpos IgE)
- La farmacoterapia (los cuales dependen, por lo general, de los síntomas y la gravedad de la alergia)
El fármaco más utilizado para este tipo de alergia es el antihistamínico. Sin embargo, además de éste, existen otros medicamentos que pueden ser de gran utilidad para garantizar el control y la supresión de los síntomas de la alergia: los broncodilatadores y los corticoides.
Los medicamentos broncodilatadores relajan el músculo de la pared bronquial, que es el que provoca el estrechamiento de las vías aéreas cuando se produce una crisis de tipo asmática.
Por su parte, los corticoides son medicamentos muy eficaces y recomendados para combatir las reacciones alérgicas. Cuando los corticoides son por vía oral, sólo se recomiendan para el asma de estado grave o por un período de tiempo acotado. Esto se debe a que cuentan con efectos perjudiciales para la salud si son incorporados por períodos de tiempo prolongados. Sin embargo, existen corticoides de tipo inhalados, cuyas propiedades y mecanismos funcionan con igual eficacia que los orales, pero su aplicación directa a los bronquios permite reducir la dosificación.
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
Alergia al polen
La alergia al polen es también conocida como polinosis o como fiebre del heno. Se trata de una reacción alérgica de nuestro organismo frente al polen proveniente de las flores de todo tipo de plantas.
Cuando el polen se despega de las flores, pasa a circular por el aire. Esto lo hace sumamente proclive a entrar en contacto con el cuerpo de la persona alérgica, especialmente en los ojos y la nariz.
La alergia al polen es una alergia de tipo 1, es decir, de reacción inmediata.
La “fiebre del heno” es una consecuencia de la reacción alérgica al polen y, cuando ésta se combina con molestias en la conjuntiva del ojo, se habla de “rinoconjuntivitis alérgica estacional”
Causas de la alergia al polen
La fiebre del heno, provocada por la alergia al polen, se debe a que las células inmunitarias defensivas del cuerpo reaccionan exageradamente a los componentes del polen de las plantas. En cuanto se produce el primer contacto superficial con este alérgeno, el sistema inmunitario de nuestro organismo da lugar a la formación de anticuerpos IgE. Estos anticuerpos se unen a los mastocitos y, juntos, liberan las histaminas. Son las histaminas las causantes de los distintos síntomas y molestias encontrados en todo tipo de alergia.
Cuando el organismo libera las histaminas, los vasos sanguíneos se dilatan. Los bronquios sufren un proceso de estrechamiento e inflamación.
La predisposición hereditaria suele ser un factor fundamental a la hora de desarrollar una alergia determinada. Sin embargo, hay otros factores externos que pueden favorecer esta situación.
Uno de esos factores es el ambiente en que vivimos. Las condiciones ambientales en que vivimos pueden llegar a propiciar una alergia como la del polen. Es posible que estemos en contacto continuamente con este tipo de alérgenos.
Las personas que son alérgicas al polen, sufren reacciones alérgicas, por lo general, al entrar en contacto con el alérgeno, el cual consiste en el polen de distinto tipo de plantas. Algunas de estas plantas emisoras de polen son: el centeno, la cebada, el trigo, el aliso, el abedul, el avellano, la artemisa, así como distintos tipos de arbustos, hierbas y gramíneas salvajes.
Por otra parte, hay ciertos momentos del año en los que una persona se encuentra más proclive a sufrir una reacción alérgica. Son los momentos en los que prima la polinización de temporada.
¿Cuáles son sus síntomas?
La alergia al polen es conocida como una “alergia estacionaria”. Esto se debe a que sus síntomas tienden a aparecer, mayormente, en las épocas de polinización. A su vez, el riesgo a contraer reacciones alérgicas disminuye cuando se está frente a situaciones de lluvias continuadas.
Algunos de los síntomas que aparecen cuando una persona alérgica toma contacto con su alérgeno, el polen, son:
- Lagrimeo y picazón en los ojos, así como inflamación de su conjuntiva (conjuntivitis)
- Goteo, congestión y picazón nasal; estornudos
- Picazón, irritación y dolor de garganta
- Enrojecimiento y picazón en la piel, así como, a veces, edemas
- Importantes problemas de concentración en determinadas tareas
- Trastornos y dificultad para dormir
- Reducción del olfato, el oído y el gusto
Por otro lado, quienes padecen de alergia al polen, cuentan con más probabilidades de contraer asma.
En muchas ocasiones, la alergia al polen puede coincidir con una reacción a otro tipo de estímulos externos. Ejemplos son el humo, el polvo, cambios de temperatura y otro tipo de sustancias cuyo olor sea fuerte.
El diagnóstico
A la hora de diagnosticar una alergia al polen, el paciente será exhaustivamente entrevistado por el médico. El profesional buscará identificar cuáles son los síntomas y de qué manera y en qué momentos aparecen. En caso de que efectivamente se trate de una alergia al polen, es posible que la respuesta del paciente deje en evidencia que los síntomas aparecen especialmente en determinadas épocas del año, las cuales coinciden con los momentos de mayor polinización.
Una vez acabada la entrevista inicial, se continúa con una exploración física. Em ella se buscan indicios de enrojecimiento de la piel e inflamación de la conjuntiva. Al mismo tiempo, es posible que se requiera acceder a una exploración endoscópica de la nariz y a una exploración de oídos y faringe.
Una de las formas más exactas para determinar si un paciente padece de alergia al polen, es realizándole un Test de Prick. Este test, consiste en aplicar gotas con un extracto del alérgeno (el polen) en la piel del paciente, especialmente en el antebrazo o en la parte superior de la espalda. Luego de ello, se llevan a cabo punciones o raspones sobre la zona en que se aplicaron las gotas. Si el paciente efectivamente tiene alergia al polen, luego de 15 o 20 minutos de aplicado el producto, podrán observarse síntomas propios, como un cierto nivel de inflamación y de enrojecimiento de la piel de la zona.
Finalmente, una vez realizado el análisis anterior, se puede proceder a un análisis de sangre. A través de éste, se puede confirmar con total exactitud que estamos frente a una alergia de este tipo. Es a través del análisis de sangre que es posible detectar si el organismo produce anticuerpos frente al estímulo del alérgeno.
¿Cómo tratar una alergia al polen?
Existen, en la actualidad, distintas maneras de tratar una alergia al polen. La primera de estas, y al igual que en el caso de la alergia al polvo, es evitar toda exposición ante este alérgeno. Esto puede resultar sumamente difícil, especialmente en las épocas del año en que se lleva a cabo el proceso de polinización. Por ello, se recomienda tratarla a partir de medicamentos específicos (antihistamínicos) o con hiposensibilización.
Hiposensibilziación
La hiposensibilización consiste en una vacuna para la alergia que, en conjunto con la inmunoterapia de tipo específica (ITE), puede ser utilizada como un efectivo tratamiento contra la alergia al polen.
Esta vacuna consiste, particularmente, en una dosificación periódica y de modo subcutánea del alérgeno concreto que afecta al paciente (en este caso, el polen). En la mayoría de los casos, en el lugar en que se realiza la punción para insertar la vacuna, el paciente puede sufrir cierta picazón, inflamación o enrojecimiento. Si bien este tratamiento es sumamente eficaz para suprimir los síntomas de la alergia, es fundamental que éste sea llevado a cabo por un médico especialista. Deberá permanecer en la consulta durante un tiempo aproximado de sesenta minutos luego de realizada la inyección. Esta precaución resulta importante para asegurarse de que el paciente no vaya a sufrir una reacción alérgica como consecuencia de la misma.
Inmunoterapia vía sublingual
Por otro lado, se puede realizar una inmunoterapia a través de vía sublingual (ITSL). Para llevar a cabo este tratamiento, se deben añadir unas gotas de solución creada en base al alérgeno y ponerlas bajo la lengua del paciente. Este tipo de tratamiento es también progresivo, con una dosificación que va en aumento.
Otra manera de dar lugar a la hiposensibilización, es a partir de pastillas de gramíneas. Estas pastillas son colocadas por debajo de la lengua y son disueltas por la saliva. Aún no se cuenta con estudios fehacientes que demuestren la efectividad de estas pastillas. Por ello son el tipo de tratamiento menos utilizado. Por lo general, estas pastillas se aplican a las personas mayores que, siendo alérgicas al polen, no pueden tolerar la inyección.
En general, este tipo de alergia suele desarrollarse durante la infancia y tiende a mantenerse a lo largo de toda la vida. Existen casos, sin embargo, en los que se desarrolla durante la adultex. El tratamiento de hiposensibilización lo que logra es disminuir o suprimir los síntomas propios de la alergia.
Estos tratamientos no pueden garantizar una curación completa de la alergia. Sin embargo, si no se lleva a cabo ningún tratamiento, esta alergia puede continuar evolucionando. En el peor de los casos, puede afectar la totalidad de las vías respiratorias y provocar asma alérgica.
Prevención
Para prevenir la reacción alérgica, como ya se dijo, lo más eficaz es mantenerse alejado del alérgeno. Debido a que esto no es enteramente posible, te daremos algunas recomendaciones a tener en cuenta para alejar lo más posible al polen de tu vida:
- Es importante mantenerse informado acerca de cuáles son los momentos de polinización en el lugar en el que vivís
- Tratar de evitar árboles y plantas polinizantes en tu hogar
- Si tenés la oportunidad de tomar tus vacaciones durante la época de polinización, intentá ir a un lugar en el que esto sea poco común. Los lugares más altos y húmedos suelen ser los que menos polinización tienen
- Erradicá todo tabaco o fuente de humo dentro de tu hogar
- Si manejás, mantené las ventanas del auto cerradas y añadí filtros de polen a la ventilación del mismo
- En las tareas del hogar, lo recomendado es que evites los tipos de limpieza que provocan el levantamiento de polvo o polen. Mantené limpio tu hogar con aspiradora o paños húmedos. A su vez, las cortinas y alfombras son las más proclives del hogar a acumular polen. Mantenelas limpias todos los días con una aspiradora
- Es posible que el polen se peque a tu ropa o a tu cabello. Es importante lavar el pelo antes de acostarse. Se recomienda mantener la ropa usada ese día por fuera del dormitorio. De este modo, se evitará que el polen se introduzca en la habitación, lo que podría significar un riesgo mayor para el alérgico
- Durante la época de polinización, se recomienda no secar la ropa al aire libre
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
Alergia al polvo
Como todas las alergias, la alergia al polvo, o mejor dicho, la alergia a los ácaros del polvo es una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a ciertas sustancias del polvo. Estas sustancias alérgenas son, en realidad, los excrementos de los ácaros que viven en el polvo.
Estos alérgenos, se diseminan por el aire en forma de un polvo muy fino, siendo así mucho más fácil el contacto y la posterior reacción alérgica.
La alergia al polvo es una alergia de tipo 1, es decir, alergia de tipo inmediato.
Causas de la alergia al polvo
Como ya se dijo, la causa principal de la alergia al polvo son los ácaros. Estos, son insectos microscópicos, invisibles a la vista.
Dentro de los distintos ácaros, hay algunos que habitan principalmente en los alimentos, otros que viven en los sitios de almacenamiento y en distintas partes de la casa. Son las heces de los ácaros las que contienen el mayor componente alérgeno.
Si bien existen muchas especies de ácaros, hay dos que son los más frecuentes alérgenos respiratorios:
- Los Dermatophagoides Pteronyssinus
- Y los Dermatophagoides Farinae
Estos ácaros, son los que conviven más cerca del ser humano, debido a que se alimentan de las minúsculas escamas que la piel humana pierde imperceptiblemente.
El sitio del hogar en el que es más frecuente que estos ácaros Dermatophagoides habiten, es los colchones de las camas, debido a que es el lugar en el que más escamas de piel perdemos por el frote. A su vez, debido a la estancia del cuerpo humano, los colchones alcanzan una temperatura de entre 25|C y 30°C, con una humedad de entre 60% y 80%, favoreciendo así el clima ideal para el desarrollo de los ácaros.
¿Cuáles son sus síntomas?
Al ser una de las más frecuentes, la alergia al polvo suele manifestar los mismos síntomas que las demás. Estos síntomas incluyen:
- Tos
- Estornudos y goteo nasal
- Picazón y lagrimeo en los ojos
- Inflamación, picazón y enrojecimiento en la piel
En los casos en los que la alergia es sumamente pronunciada y desarrollada, es posible que una fuerte exposición al alérgeno pueda provocar dificultades respiratorias, así como un asma bronquial alérgica.
El diagnóstico
El primer paso a la hora de diagnosticar una alergia, cualquiera sea el tipo, es ser entrevistado detenidamente por el médico, de modo de distinguir cuando y de qué manera aparecen los síntomas. Si de dicha entrevista surge que se padecen los síntomas mencionados anteriormente y éstos se agudizan durante la noche y recién levantado, lo más probable es que la conclusión del médico apunte a una alergia al polvo.
Otra de las formas de diagnosticar una alergia, y tal vez más exacta que la sola entrevista, es realizando un Test de Prick. Este, es un test de tipo cutáneo, en el cual, se le aplica al paciente unas gotas de soluciones de pruebas estandarizadas, en la parte superior de la espalda o en el antebrazo, accediendo luego a pinchar o raspar la zona de aplicación. Hecho esto, se deja esperar entre 15 y 20 minutos, que es el tiempo que la piel tardará en inflamarse o enrojecerse si estamos frente a una alergia.
Una vez realizado el Test de Prick, lo ideal es que, para acabar de confirmar la alergia al polvo, se lleve adelante un análisis de sangre. En el análisis de sangre, se examina si el paciente presenta anticuerpos específicos para el alérgeno.
Al mismo tiempo, existe otro tipo de prueba más sencillo, aunque menos exacto que los anteriores. Esta es, a partir de acercar el alérgeno (en este caso, el polvo) a la nariz del paciente. Este tipo de prueba es considerada mucho más brusca, puesto que puede provocar una reacción inmediata y feroz en el paciente. En caso de seleccionar este tipo de prueba, la misma debe ser realizada por un médico especialista y bajo estricto control del mismo.
¿Cómo tratar una alergia al polvo?
Si bien es cierto que el tratamiento de la alergia al polvo – al igual que el de cualquier otra – depende de cada paciente en particular, se ha establecido un tratamiento estandarizado a tener en cuenta. Este tratamiento, se divide en tres fases:
- La primera, y quizás la fundamental, es tratar de evitar, en la medida de lo posible, toda exposición al alérgeno (es decir, al polvo)
- La segunda, es ingiriendo medicamentos (los antihistamínicos)
- Y, la tercera, es accediendo a la inmunoterapia, es decir, a la vacuna para la alergia
Por otro lado, el tratamiento ideal sería eliminar por completo a los ácaros del hogar. Sin embargo, siendo que esto es sumamente difícil de lograr, daremos algunos consejos para reducir su número lo más posible:
- Limpiar la casa diaria y suavemente, intentando no levantar polvo alguno en el aire. Para ello, reemplazar el uso de la escoba y los plumeros, por aspiradoras y paños húmedos
- Si es la persona alérgica la que realiza generalmente las tareas del hogar, se recomienda utilizar una mascarilla protectora, evitando la aspiración de polvo
- A la hora de decorar, se recomienda evitar disponer de entelados o empapelados en las paredes, siendo preferible pintarlas con material plástico que pueda ser lavable. En cuanto a los suelos, estos deben ser preferentemente lisos, debido a que acumulan menos polvo y son más fáciles de limpiar
- Ya que la luz del sol mata a los ácaros, es importante que, durante el día, las habitaciones se encuentren bien iluminadas por éste y bien aireadas para evitar la humedad
- Para las bibliotecas que se encuentren en el hogar, lo ideal es que sean cerradas, de modo de que los libros no puedan acumular polvo
- En caso de disponer de cortinas y alfombras dentro de la casa, se recomienda que su uso sea limitado, es decir, que se tengan la menor cantidad posible. En cuanto a las que estén en el hogar, lo ideal es que se trate de cortinas fácilmente lavables (con una limpieza sea casi diaria) y que las alfombras se limpien todos los días con aspiradora
- A la hora de elegir un colchón, el ideal para los alérgicos al polvo es el de goma espuma, forrándolo, a su vez, con algún plástico impermeable. Tanto el colchón como los sillones o somieres que se encuentren en el hogar, deben ser aspirados, por lo menos, una vez por semana
- Cuando llega el cambio de temporada, todos volvemos a sacar a la luz la ropa que habíamos guardado durante la temporada anterior. Al hacer esto, es fundamental que la nueva ropa sea lavada antes de ser usada, para eliminar los ácaros que puedan encontrarse en ella por el almacenamiento.
Otra de las recomendaciones a la hora de reducir el mayor número posible de ácaros en el hogar, es utilizando acaricidas. Los acaricidas, son productos de origen químico que, si bien son inocuos para las personas y para los animales domésticos (es decir, no les traen ningún problema), son sumamente tóxicos para los ácaros. Los acaricidas, por sí solos, no alcanzan. Sin embargo, pueden representar un excelente aliado para los procesos de desalergenización del hogar.
Por otra parte, además de los antihistamínicos, existen otros medicamentos que pueden ayudar a reducir el impacto de los alérgenos en nuestro organismo, suprimiendo los síntomas de la reacción. Estos son los medicamentos broncodilatadores y los corticoides.
Los medicamentos broncodilatadores relajan el músculo de la pared bronquial, que es el que provoca el estrechamiento de las vías aéreas cuando se produce una crisis de tipo asmática.
Por su parte, los corticoides son medicamentos muy eficaces y recomendados para combatir las reacciones alérgicas. Cuando los corticoides son por vía oral, sólo se recomiendan para el asma de estado grave o por un período de tiempo acotado. Esto se debe a que cuentan con efectos perjudiciales para la salud si son incorporados por períodos de tiempo prolongados. Sin embargo, existen corticoides de tipo inhalados, cuyas propiedades y mecanismos funcionan con igual eficacia que los orales, pero su aplicación directa a los bronquios permite reducir la dosificación.
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
Alergia a los animales
La alergia a los animales es tal vez una de las más dolorosas de todas, debido a que ¿quién no ama a los animales? Incluso, para las personas que no sienten cariño por los animales, suele ser una alergia muy difícil de llevar, puesto que siempre habrá un amigo, un familiar, una pareja que tenga una mascota en su hogar.
Prácticamente todos los animales cuya capa superior esté cubierta de plumas o de pelos pueden llegar a producir alergia. Sin embargo, la única manera de que se produzca una reacción alérgica, es pasando mucho tiempo junto a uno de ellos. Es por esto último que los animales más proclives a producir alergia sean los perros y los gatos, no por predisposiciones genéticas, sino más bien por su contacto permanente con los seres humanos.
Aproximadamente el 15% de la población tiende a padecer alergia a los animales. Sin embargo, es más común que se produzca en las personas que padecen anteriormente de asma. A su vez, por lo general, es mucho más probable adquirir alergia como consecuencia del contacto permanente con gatos, en lugar de con perros.
Causas de la alergia a los animales
Por lo general, muchas personas tienden a pensar que son alérgicas al pelo de los animales. Sin embargo, la alergia a éstos suele estar relacionada con ciertas proteínas típicas de los animales que se encuentran en la saliva, en la descamación de la piel y en la orina. Estas proteínas, se suelen desprender de la piel del animal, o ser desecadas y pulverizadas, en la orina y en la saliva. Luego son acarreadas por las corrientes de aire en forma de pequeñas partículas de polvo que pueden ingresar al interior de los hogares.
Al ser transportadas por el aire, las partículas alergénicas de los animales pueden entrar en contacto fácilmente con los ojos, la entrada de las fosas nasales y la piel.
Por otro lado, en algunas ocasiones, el animal en sí no es el único que puede llegar a producir la alergia, sino también otros elementos de su entorno como las garrapatas, las pulgas u otros parásitos. A su vez, pueden provocar reacciones alérgicas los distintos productos químicos que se utilizan para el cuidado del animal (como por ejemplo, la pipeta para las pulgas). También puede ser causada por el mismo alimento formulado que éste consume.
Aumento de personas alérgicas
Si bien no existen actualmente estudios que demuestren por qué la alergia a los animales va en aumento, algunos analistas consideran que esto se debe al crecimiento exponencial que la vida urbana ha ido teniendo en los últimos años, lo cual demuestra que son cada vez más las personas que viven en las ciudades, en lugares con poco espacio verde en el que los animales puedan asentarse, expandiéndose la costumbre de mantener a éstos dentro del hogar. La convivencia permanente con animales en lugares cerrados puede resultar en un factor fundamental para el desarrollo alergias.
Muchas personas afirman tener reacciones alérgicas ante determinada raza de perros y no frente a otras. Si bien esto es una posibilidad, no hay estudios en la actualidad que demuestren que la raza condicione la posibilidad de contraer alergia a los animales.
¿Cuáles son sus síntomas?
En algunas personas, la sensibilidad a los componentes alérgenos de los animales es muy baja. Es posible que no se observe nunca ningún tipo de síntoma o que estos aparezcan días después del contacto con dichos componentes.
Los síntomas de la alergia a los animales varían según cada persona en particular y según el nivel de contacto que tenga con el animal más cercano.
Por lo general, las personas más sensibles a este tipo de factores suelen sufrir de jadeos o tos crónica cuando se acercan a un animal. A su vez, es posible que comiencen a estornudar y a sufrir de congestión y secreción nasal. Por otro lado, otro de los síntomas más comunes – y que se encuentra también en otro tipo de alergias como la alergia al polvo y la alergia al polen – es la picazón, la inflamación, el lagrimeo y el malestar general en el área de los ojos, pudiendo incluir, en un estado más grave, una conjuntivitis.
En los casos en los que la alergia alcanza un nivel de gravedad mayor, los síntomas más perniciosos a experimentar pueden ser: asma, dificultades respiratorias, espasmo bronquial, urticaria, angioedemas y hasta dermatitis.
Si bien pueden llegar a darse reacciones más tardías, que tarden hasta un total de 12 horas en aparecer, lo más común es que las mismas se produzcan luego de unos minutos de establecerse el contacto con el animal. Dicho contacto puede ser tanto físico como por aire con sus partículas alergénicas.
Alergia a los perros
Para aquellas personas cuya alérgica se desarrolla especialmente en presencia de los perros, es importante evitar que éstos los laman. La saliva puede desencadenar distintos tipos de reacciones en la piel, como rupturas en el área en que este contacto tenga lugar. Otro de los síntomas más comunes en este tipo de alergia, es la erupción en la piel. Esta puede ser leve, si la alergia y la exposición al alérgeno también lo son, o grave, derivando en ronchas, tanto en la cara como en el pecho.
El diagnóstico
Al momento de diagnosticar una alergia a los animales, se llevan a cabo casi los mismos procedimientos que para otro tipo de alergias. En primer lugar, el paciente se somete a una entrevista exhaustiva llevada adelante por un médico alergólogo. En ella, éste indagará acerca de cuáles son los síntomas sufridos por el paciente y de qué manera y en qué circunstancia estos se presentan.
Finalizada la entrevista inicial, se procede a una exploración física, que permitirá identificar la presencia de síntomas visibles, como aquellos que aparecen como marcas en la piel, irritación, enrojecimiento, entre otras. El tercer paso para el diagnóstico efectivo de las alergias es un análisis de sangre, en el que se compruebe la formación de anticuerpos ante la presencia de la amenaza representada para nuestro organismo por el alérgeno proveniente del animal.
Formas de testeo
Luego de realizadas las pruebas anteriores, se procede a un Test de Prick. En este, se genera una solución con extracto de los componentes alérgenos del animal sospechado, distribuyendo algunas de estas gotas en el antebrazo o en la parte superior de la espalda del paciente, raspando levemente o pinchando con una aguja luego. Si la persona es efectivamente sensible a este alérgeno, al cabo de 15 a 20 minutos comenzarán a observarse reacciones físicas al estímulo (inflamación o enrojecimiento de la piel de la zona). Hoy en día, los extractos necesarios para llevar a cabo el Test de Prick se comercializan, en forma de epitelios o de orina de animal. De todas maneras, hay animales de los que no se tiene este tipo de extracto, debiendo acudir a una muestra del pelo, la caspa o la orina del propio animal para el diagnóstico.
Si bien todas las pruebas mencionadas con anterioridad permitirían descubrir si el paciente padece de alergia a los animales, en algunos casos éstas pueden simplemente indicar que la persona se encuentra momentáneamente sensibilizada. Es decir, que cuenta con producción de anticuerpos IgE frente a los alérgenos de los animales, sin dejar en claro que sea esa sensibilización la causante de los distintos síntomas sufridos por el paciente.
Pruebas de provocación
En los casos en los que las sospechas son tan difíciles de corroborar, o si nos encontramos frente a una alergia desconocida ante algún animal determinado, se puede acudir a pruebas de provocación, tanto nasal como conjuntiva y bronquial, a partir de los extractos del animal en cuestión. De todas maneras, de ser necesario acudir a este tipo de práctica, resulta fundamental que sea llevada adelante por un médico especialista y en el interior de una institución médica, de modo de poder controlar y estar preparados ante cualquier reacción que el paciente pueda presentar frente al estímulo.
¿Cómo tratar una alergia a los animales?
Así como en los otros tipos de alergia te contábamos que el mejor tratamiento para éstas era evitar el contacto con el elemento alérgeno, la alergia a los animales no es la excepción. Por ello, si se cuenta con una alergia – y especialmente si ésta es de gravedad – lo ideal es no poseer animales o mantenerlos en el patio, fuera del ambiente cerrado de la casa. Sin embargo, el dejar a los animales en el patio es una solución, pero sólo de tipo parcial, debido a que aún allí siguen contaminando progresivamente la casa.
Por otro lado, cuando una persona (sea niño o adulto) ya padece de una alergia determinada, lo recomendable es que no vivan con animales con pelo o plumas. Esto incluye tanto a los perros y a los gatos, como también a todo tipo de roedores (como el hámster) y aves. Claro que es muy difícil tener un niño en el hogar y decirle que no puede tener mascotas debido a la alergia, ya sea suya o de uno de sus padres o hermanos. Por ello, si tu hijo insiste en tener una mascota, lo recomendable es que sea una que no posea pelo ni plumas, como puede ser un pez, una tortuga, una iguana, entre otros.
Precauciones si ya posee un animal en casa
Pero las opciones mencionadas no convencen a un amante de los animales. Existen otras opciones a tener en cuenta para evitar lo más posible la contaminación del hogar. A continuación te daremos una serie de recomendaciones para prevenir los síntomas de la alergia:
- Evitar que la mascota ingrese a la habitación y, de ser posible, directamente al hogar. Esto se debe a que el dormitorio es la parte del hogar en que la persona alérgica pasará más tiempo y, además, en donde desarrollará su sueño. Por lo tanto, es el espacio en que sus defensas se encontrarán también más bajas.
- Mantener la higiene de la mascota, bañándola con champú al menos una vez a la semana.
- Cepillar el pelo de la mascota casi diariamente. Hacerlo en el exterior de la casa. Esto permitirá que sea mucho menor la cantidad de pelo y de descamación que el animal deposite dentro del hogar. Además, es importante que, de vivir en familia, ésta tarea sea realizada por una persona que no sea alérgica.
- Si su mascota cuenta con una casita personal para dormir en el exterior, es importante mantenerla limpia. Así se evita la acumulación de partículas alergénicas en el lugar en que el animal duerme. Éstas pueden volver a adherirse a su pelo o sus plumas (en caso de jaula para ave).
- Las partículas alergénicas de los animales cuentan con la capacidad de adherirse con facilidad a determinados materiales como las telas, las cortinas, ropas y alfombras. Por ello, lo ideal es mantener la limpieza casi diaria de éstos. Trate de mantenerlos en fundas de plásticos y, sobre todo, evitar el acceso de la mascota a la habitación.
Tratamientos
Por todo lo mencionado con anterioridad, los especialistas aseguran que la alergia a los animales es una alergia fácilmente prevenible. Por ello, por lo general, no recomiendan acudir a prácticas como la inmunoterapia (sí utilizada para el tratamiento de otro tipo de alergia). Si bien es cierto que puede ser de gran utilidad, en la mayor parte de los casos no suele ser necesario acudir a ella.
Uno de los tratamientos más frecuente para esta alergia, es la ingesta de medicamentos antihistamínicos, especialmente cuando vaya a establecerse un contacto con algún animal. Estos medicamentos favorecen la supresión de los síntomas de la alergia, protegiendo así la salud de las personas.
SI bien en muchos casos esta alergia, como muchas otras, se mantiene a lo largo de toda la vida, existe la posibilidad de que la persona que la padece deje de hacerlo con el paso del tiempo. De todas maneras, aun curándose de la alergia, no es recomendable para estas personas mantener contacto cercano con animales con pelos o plumas.
Alergia a determinados alimentos
Al igual que las demás alergias, la alergia a los alimentos consiste en una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a la ingesta de determinados alimentos que le son alérgenos. Veamos cuáles son las reacciones posibles, qué las causa, y cómo puede tratarse la alergia a los alimentos.
Clasificación de la alergia a los alimentos
Dentro de la gran cantidad de estudios formulados en relación a los alimentos, se han generado dos grandes categorías de malestares producidos por estos. En primer lugar, están los alimentos tóxicos, que son aquellos cuyas consecuencias de su consumo afectan a todas las personas por igual. Por otro lado, están los alimentos no tóxicos, que producen malestar solamente a las personas que son especialmente sensibles a ellos. Dentro de los alimentos no tóxicos, hay una gran cantidad de reacciones posibles:
- Intolerancia. Si bien no es precisamente una reacción alérgica, su severidad depende de las proporciones ingeridas.
- Consecuencias farmacológicas. Muchos alimentos contienen una cantidad elevada de una determinada sustancia (histamina o tiramina), que pueden producir ciertas reacciones.
- Enzimáticas. Son las reacciones que aparecen cuando una persona padece de un déficit de determinadas sustancias digestivas que le impiden digerir correctamente determinados alimentos.
Si bien son muchas las distintas reacciones que pueden sufrirse por la ingesta de determinados alimentos, no todas ellas son propias de una alergia a los mismos. La reacción alérgica más común cuando estamos frente a una alergia, es la hipersensibilidad.
Alimentos más frecuentemente alérgenos
Por lo general, cuando nos topamos con una alergia a los alimentos, ésta suele desarrollarse frente a alguno de los siguientes:
- Leche de vaca
- Huevo
- El pescado y los crustáceos
- Cereales
- Frutas
- Frutos secos
- Hortalizas
- Leguminosas
- Anisakis
- Y las especias
Sin embargo, ¿qué es lo que produce la alergia? Dentro de los componentes propios de cada alimento, las causantes de las reacciones alérgicas son las proteínas. Cuando una persona desarrolla alergia a un alimento, en realidad está desarrollando alergia a una de sus proteínas. Es por esto que, a veces, hay personas que son alérgicas a múltiples alimentos, debido a que éstos contienen esa misma proteína.
¿Cuáles son sus síntomas?
A diferencia de otras alergias, los alérgenos alimentarios no provocan siempre el mismo tipo de reacción. A su vez, la intensidad de la misma puede variar según la proporción de la proteína que cada alimento contenga, así como la cantidad ingerida por la persona alérgica. De todas maneras, no es posible especificar que determinada cantidad de proteína alergénica provoque una determinada reacción, debido a que se han presentado infinidad de casos en los que las reacciones no derivaban de motivos aparentes ni de tasas elevadas de consumo de dicho alérgeno.
Tipos de síntomas
Una serie de médicos especialistas en alergología, sistematizaron una lista de cuatro síntomas propios de la alergia a los alimentos:
- Síntoma digestivo. Pueden ir desde picazón e irritación en la boca, la lengua y la garganta, hasta dolores estomacales, vómitos y diarreas, pero con intensidad siempre variable y dependiente del alimento y la cantidad ingerida, así como del grado de afectación que posea el organismo
- Síntoma respiratorio. Picazón y congestión nasal, estornudos, lagrimeo e inflamación ocular (conjuntivitis) y, en algunos casos, reacciones de tipo asmáticas
- Síntoma del cutis. Irritación, enrojecimiento y picazón en la piel, lesiones eritematosas, habones y urticaria en las zonas de contacto (esto refiere a que, en muchas ocasiones, las personas alérgicas a una determinada proteína de los alimentos, puede llegar a sufrir reacción alérgica al entrar en contacto con una persona que lo haya consumido recientemente). Otro de los síntomas puede ser la dermatitis, tanto atópica como de contacto con alimentos de ese tipo
- Finalmente, el síntoma más peligroso es la anafilaxia. Por lo general, la anafilaxia es una consecuencia de otro tipo de síntomas de los mencionados con anterioridad, aunque representa la reacción más grave producida por la alergia a los alimentos. Este tipo de reacción requiere de una intervención médica inmediata.
En lo que respecta al tipo de reacciones alérgicas, éstas pueden ser inmediatas (se generan unos pocos minutos luego de consumido el alimento, siendo así el síntoma más claro de una alergia alimentaria), diferidas (pueden tardar entre 2 a 24 horas luego de ingerido el alimento en aparecer) y tardías (son aquellas que pueden llegar a aparecer varios días después de la ingesta de la proteína alergénica).
El diagnóstico
A la hora de diagnosticar una alergia a los alimentos, el primer paso es proceder a una exhaustiva entrevista con el médico. Su fin es detectar las condiciones físicas del paciente y su historial respecto al consumo de ciertos alimentos. En esta entrevista, además, se evaluará cómo y de qué manera se producen los síntomas. Inmediatamente después de la entrevista, se procederá a una exploración médica, para evaluar cambios visibles en el cuerpo que puedan dar cuenta de una reacción alérgica.
Finalizados los dos procesos anteriores, el siguiente paso es acudir a un test de Prick, el cual consistirá en formular una solución con determinadas proteínas consideradas sospechosas por el médico, inyectarlas en el antebrazo o en la espalda del paciente, accediendo luego a raspar o pinchar esa zona. En caso de tratarse de una alergia a ese elemento, la zona de inyección tardará aproximadamente 15 o 20 minutos en demostrar reacción (a partir de enrojecimiento o inflamación de la piel). Una excelente manera de complementar este estudio, es a través de un análisis de sangre, el cual estará destinado a evaluar la producción de anticuerpos IgE específicos surgidos en respuesta a este alimento.
El tercer y último paso para confirmar el diagnóstico de una alergia alimentaria, es la sensibilización. Esta sensibilización, por lo general, consiste en una serie de pruebas de tolerancia, de modo de comprobar que ciertos alimentos no generen reacción en el paciente. Sin embargo, esta prueba puede significar para el paciente la exposición a las proteínas alergénicas. Por eso es fundamental que sea llevada a cabo por un médico especialista y siempre dentro de una institución médica.
¿Cómo tratar una alergia a los alimentos?
En primer lugar, es importante saber que el tratamiento y la evolución de este tipo de alergia depende exclusivamente de cada paciente en particular, de la tolerancia y respuesta de su sistema digestivo, así como de cada alimento alergénico específico.
Por ello, el primer paso para el tratamiento de una alergia alimentaria, es identificar con claridad cuál es la proteína responsable y establecer una lista de alimentos que la contienen.
Al igual que en los otros tipos de alergias, el modo más importante de tratamiento de la alergia a los alimentos es eliminando por completo de nuestra dieta a todos aquellos que posean la proteína que nos es alergénica. De todas maneras, cuando dicha proteína es muy común en los alimentos que estamos acostumbrados a consumir, debiendo entonces hacer una eliminación sumamente amplia, se puede acudir a un nutricionista que nos brinde asesoramiento acerca de cómo reemplazar dichos alimentos con facilidad.
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Cuando una persona es alérgica a una determinada proteína, se debe tener mucho cuidado al comprar cualquier tipo de alimento. Esto se debe a que, si bien hay alimentos en los cuales sus componentes son mucho más visibles, hay otros en los que pueden pasar desapercibidos y, si el nivel de la alergia es muy grave, ingerir, aunque sea sin darse cuenta, un alimento que la contenga puede ser peligroso para la salud.
Seguimiento
La evolución de la alergia a los alimentos es mucho más difícil de estimar que el resto de las alergias. Por ello, se recomienda que se lleve a cabo, de manera periódica, una exploración física con un alergólogo, de modo de poder controlar cómo esta alergia se desarrolla en nosotros.
Hay ciertas alergias alimentarias que pueden llegar a desaparecer. Una de estas es la alergia a la leche de vaca. Esta alergia suele desarrollarse durante la infancia, pudiendo llegar a desaparecer durante la adultez. Por otro lado, cuando una alergia se desarrolla en la niñez, existe la posibilidad de que en algún momento sea eliminada. Por el contrario, cuando aparece en una persona adolescente o adulta, lo más probable es que se deba convivir con ella siempre.
De todas maneras, si se realiza una consulta médica periódica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
Alergia al látex
Al igual que con todas las alergias, la alergia al látex es una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a un alérgeno, que en este caso son las proteínas que componen el látex de caucho natural.
¿Qué es el látex de caucho natural?
Se trata de un líquido, que circula a lo largo de los vasos del árbol del caucho. Este líquido se obtiene a partir de una intervención en el árbol, llevada a cabo mediante incisiones.
Causas de la alergia al látex
Por lo general, la reacción alérgica al látex suele darse cuando la persona que sufre de hipersensibilidad al caucho natural, tiene contacto directo con el mismo, especialmente si dicho contacto se efectúa con cavidades mucosas del cuerpo.
El látex es un elemento que se encuentra muy frecuentemente en nuestro entorno, en muchos de los objetos que utilizamos a diario. En la actualidad, se calcula que hasta unos 400 mil productos contienen látex.
El riesgo mayor de padecer una reacción alérgica al látex, aparece cuando objetos finos de este material, como podrían ser los guantes, los preservativos o los globos, entre otros, entran en contacto directo con alguna parte mucosa del cuerpo, como la boca, los ojos, la nariz, la vagina, los distintos órganos internos y las heridas abiertas.
Como más de una vez habremos podido observar, incluso en los sanatorios médicos y los hospitales el látex es uno de los materiales más comunes de encontrar, por ejemplo, en los guantes de los médicos.
Por otro lado, hay alimentos que contienen las mismas proteínas que el caucho natural, por lo que es probable que una persona que sufre de una alergia al látex, tenga reacciones alérgicas al consumir dichos alimentos. Los alimentos más conocidos que contienen las mismas proteínas del caucho natural, son: el maracuyá, la banana, la castaña, el kiwi y la palta.
¿Cuáles son sus síntomas?
Al igual que en la mayoría de las alergias, los síntomas dependen de la severidad de la alergia de cada paciente. En los casos en los que las alergias y sus posteriores reacciones sean leves, los síntomas pueden incluir:
- Enrojecimiento, inflamación, comezón y lagrimeo en los ojos
- Goteo y picazón nasal, estornudos
- Tos aguda
- Sarpullido, enrojecimiento e inflamación en zonas de la piel (especialmente las que tuvieron contacto directo)
- Leve falta de aire por inflamación de las vías respiratorias
En los casos de los pacientes cuya alergia es de gravedad, los síntomas que pueden aparecer, son:
- Dificultad más aguda para respirar
- Mareos y desmayos
- Silbidos en el pecho
- Náuseas y vómitos
- Aceleración o desaceleración significativa del ritmo cardíaco
El diagnóstico
El primer paso a la hora de diagnosticar una alergia al látex, es llevando adelante una historia clínica, de modo de distinguir cuando y de qué manera aparecen los síntomas. Si de dicha entrevista surge que se padecen los síntomas mencionados anteriormente, es probable que la conclusión del médico apunte a una alergia al látex.
Finalizada la entrevista inicial con el médico, debe llevarse a cabo un Test de Prick. Este, es un test de tipo cutáneo, en el cual, se le aplica al paciente unas gotas de soluciones de pruebas estandarizadas, en la parte superior de la espalda o en el antebrazo, accediendo luego a pinchar o raspar la zona de aplicación. Hecho esto, se deja esperar entre 15 y 20 minutos, que es el tiempo que la piel tardará en inflamarse o enrojecerse si estamos frente a una alergia.
Una vez realizado el Test de Prick, lo ideal es que, para acabar de confirmar la alergia al látex, se lleve adelante un análisis de sangre. En el análisis de sangre, se examina si el paciente presenta anticuerpos específicos para el alérgeno.
Al mismo tiempo, existe otro tipo de prueba más sencillo, aunque menos exacto que los anteriores. Esta es, a partir de acercar el alérgeno (en este caso, el látex) a alguna cavidad mucosa del cuerpo del paciente. Este tipo de prueba es considerada mucho más brusca, puesto que puede provocar una reacción inmediata y feroz en el paciente, siendo finalmente una prueba riesgosa. En caso de seleccionar este tipo de prueba, la misma debe ser realizada por un médico especialista y bajo estricto control del mismo.
¿Cómo tratar una alergia al látex?
Al igual que en todas las alergias, el primer paso y el más fundamental de todos, consiste en mantenerse alejado del alérgeno. Para ello, es importante conocer cuáles son todos los productos que contienen látex o la proteína alérgena del caucho natural, de modo de erradicar esos productos del hogar y poder evitarlos en otros contextos.
Reconocer todos los productos que contienen este material alérgeno, puede significar evitar una reacción alérgica, incluso durante un control o tratamiento médico.
Una vez garantizada la prevención de la exposición al látex en todos los lugares en los que pasamos nuestra vida diaria, un tratamiento eficaz para este tipo de alergia es la inmunoterapia. La inmunoterapia consiste en la famosa “vacuna para la alergia”, que en la actualidad es ya mucho más sencilla de conseguir, aunque siempre con receta médica y aplicada por un profesional.
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.
Alergia a los medicamentos
Al igual que el resto de las alergias, la alergia a los medicamentos consiste en una reacción exagerada de nuestro sistema inmunológico frente a un determinado alérgeno, en este caso, algún tipo de fármaco. La alergia a los medicamentos no proviene de los efectos que este fármaco genere en nuestro cuerpo. En realidad, proviene de alguno de los componentes del mismo.
Si bien es considerada como una alergia, la mayor parte de las reacciones adversas que nuestro organismo produce frente a ciertos componentes de los medicamentos, no son reacciones inmunológicas, es decir, no se trata de reacciones propiamente alérgicas.
Causas de la alergia a los medicamentos
La alergia a los medicamentos no establece diferenciación en cuanto a las edades, pudiendo surgir tanto en niños en edad escolar como en personas adultas o en edad avanzada. Además, si bien no podría decirse que sea más común en un sexo que en otro, ciertas investigaciones han demostrado que hay cierto grado de predominancia sobre la mujer que sobre el hombre.
Por lo general, la causa más común de la reacción alérgica a los medicamentos es el antibiótico (la penicilina y otros derivados, tales como la amoxicilina y la cefalosporina). Hasta el 50% de los casos de alergia a los medicamentos tiene como causante los antibióticos. En segundo lugar, se encuentran los antiinflamatorios que no son esteroides. Estos incluyen el ácido acetil Isalicílico, la pirazolona, el ibuprofeno y el diclofenaco, entre otros. Por otro lado, se encuentran también los antiepilépticos. Por ejemplo: fenitoina, la carbamacepina y la lamotrigina. Además, algunas personas le generan reacción alérgica a ciertos medicamentos que son comúnmente utilizados para las anestesias (los bloqueadores y los relajantes neuromusculares).
No hay un motivo que haga que ciertos componentes de los medicamentos sean más propensos que otros a provocar reacciones alérgicas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de la alergia a los medicamentos, dependen específicamente de la zona en que se originen. Según ello, pueden verse los siguientes signos:
- Manifestaciones de tipo cutáneas. Son aquellas en las que se observa la aparición de ronchas, urticaria, enrojecimiento e inflamación en la piel. Este tipo de síntoma puede aparecer luego de pocas horas de haberse producido el contacto con el medicamento, o tardar hasta varios días en aparecer.
- Manifestaciones en el sistema respiratorio. Por lo general, este tipo de manifestaciones no pasan de una leve inflamación en la tráquea y en el tejido pulmonar. Esto provoca que las vías respiratorias se cierren, dificultando así el flujo de aire.
- Manifestaciones de tipo neurológicos. En los casos en los que la reacción se efectúa de una manera mucho más severa, puede ocurrir que se inflame el tejido cerebral, dando lugar a síntomas distintos como el vértigo y los mareos. Sólo en los casos sumamente graves se han llegado a observar desmayos, comas o, en alguna ocasión, muerte.
El diagnóstico
El diagnóstico de una alergia a los medicamentos es más difícil de efectuar que el de las demás alergias. Esto se debe a la carencia de técnicas diagnósticas que permitan asegurar la presencia de este tipo de alergia.
En la actualidad, el diagnóstico de la alergia a los medicamentos se basa, esencialmente, en una anamnesis (historia clínica) destinada a detallar exhaustivamente la reacción sufrida y los medicamentos implicados en los días previos a la misma.
Una vez finalizada la historia clínica, se procede a un análisis de laboratorio y, luego, a un Test de Prick. Este test, consiste en aplicar gotas con un extracto del alérgeno (el medicamento sospechado) en la piel del paciente, especialmente en el antebrazo o en la parte superior de la espalda. Luego de ello, se llevan a cabo punciones o raspones sobre la zona en que se aplicaron las gotas. Realizado esto, se esperan entre 15 y 20 minutos esperando observar algún tipo de reacción cutánea.
En cuanto al diagnóstico por laboratorio, éste incluye el Test TAB (Test de Activación de Basófilos) y el Test TTL (Test de Transformación Linfoblástica).
¿Cómo tratar una alergia a los medicamentos?
Para el correcto tratamiento de este tipo de alergia, resulta fundamental reconocer con exactitud los síntomas que pueden ser ocasionados por una reacción alérgica. Esto permitirá que – en los casos de reacción inmediata – se pueda suspender de inmediato la ingesta del medicamento alérgeno. Hecho eso, se debe acudir al tratamiento de emergencia. Este variará según la gravedad de la alergia que padezca cada persona en particular, así como también de la gravedad de la reacción.
En las reacciones alérgicas de tipo inmediato, el tratamiento ideal conlleva adrenalina, antihistamínicos y corticoides. También medicamentos específicos (que no contengan el elemento alérgeno) para tratar el síntoma localizado.
En las reacciones alérgicas de tipo tardías, se utilizan, especialmente, los corticoides.
Finalmente, en las reacciones alérgicas ampollosas u otras que impliquen desprendimiento cutáneo, se llevan adelante cuidados similares a los aplicados en personas que sufren de quemaduras.
La recomendación principal es evitar, siempre, aquellos medicamentos que contengan el componente alérgeno. Sin embargo, hay casos en los que esto no es posible, debido a que prescindir de dicho medicamento puede poner en riesgo la vida del paciente. En estos casos, lo que el médico debe hacer es generar la desensibilización.
La desensibilización consiste en aplicar altas dosis del fármaco alérgeno en el paciente. De esta forma, se busca reducir su capacidad de reacción ante este. Si bien no es infinita, el tratamiento de desensibilización puede ayudar a que una persona no vuelva a sufrir síntomas de la alergia.
Si se realiza una consulta médica y se llevan adelante las conductas y cuidados mencionados con anterioridad, se puede influir de manera positiva en el desarrollo de la alergia, llegando incluso a eliminar por completo los síntomas. De lo contrario, es posible que el paciente experimente reacciones durante toda su vida.