Salud Mental

Trastorno de pánico

Cuando hablamos de Trastorno de Pánico, nos referimos a un trastorno de índole psiquiátrica, cuyas manifestaciones son tanto físicas como psíquicas. Este trastorno consiste en la aparición repentina de dos o más crisis de pánico.

Por lo general, en este tipo de trastorno, el principal problema no es solamente la crisis de pánico, sino el miedo persistente que sufre la persona posterior a la crisis, de que esta pueda volver a ocurrir o de que pueda traerle consecuencias graves, como volverse loco, perder el control sobre sí mismo o, incluso, poder sufrir un infarto.

Las personas que padecen de trastorno de pánico, suelen sentir momentos repentinos de terror, de miedo y de pánico. Se repiten una y otra vez sin poder predecirlos.

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Hablemos de las crisis de pánico

Como ya se dijo, una crisis de pánico consiste en un momento de terror o de malestar intenso, que resultan absolutamente impredecibles. A su vez, para que se trate de una crisis de pánico, este miedo o malestar debe estar acompañado por al menos cuatro de los síntomas que mencionaremos a continuación:

  • Sudoración excesiva
  • Taquicardia o palpitaciones
  • Escalofríos o temblores
  • Sensación de ahogo
  • Dolor u opresión en el pecho
  • Molestias o dolor abdominal
  • Náuseas o vómitos
  • Mareos y sensación de desmayo
  • Inestabilidad, dificultad de sostenimiento físico
  • Hormigueos en los distintos músculos
  • Sofocaciones
  • Sensación de irrealidad, de estar por fuera del propio cuerpo
  • Miedo a perder el control sobre uno mismo
  • Miedo a morir

¿Qué causa los trastornos de pánico?

Por lo general, el trastorno de pánico suele aparecer a lo largo de la adolescencia tardía o bien ya durante la adultez. A su vez, las personas que son más propensas a padecer este tipo de trastorno, son aquellas que cuentan con una mayor vulnerabilidad frente a la ansiedad.

Muchas investigaciones han concluido que existe un importante factor hereditario en una gran parte de las personas que padecen de trastornos de pánico. Este factor hereditario suele combinarse con una sumatoria de distintas situaciones de alto estrés ocurridas en la vida de una persona, que pueden acabar detonando en una crisis de pánico.

Una vez que las crisis de pánico han ocurrido ya más de una vez, la mayoría de los pacientes suelen estar luego constantemente atentos a que esto pueda volver a ocurrir. Esta expectativa frente a nuevas crisis, hacen que la persona esté siempre prestando atención al ritmo de sus latidos cardíacos, así como a las señales viscerales más mínimas. Esta atención constante y este miedo a sufrir nuevamente de un ataque de pánico, es lo que hace que sea más probable volver a caer en uno.

Aislamiento social por trastorno de pánico
Aislamiento social por trastorno de pánico

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Si bien en muchos casos las crisis de pánico suelen repetirse de manera continua en quienes padecen de este tipo de trastorno, hay casos en los que estas crisis pueden ocurrir una sola vez en la vida.

¿Existen factores de riesgo?

Podríamos decir que los distintos factores que hacen que una crisis de pánico sea más propensa, son los que hacen que ciertas áreas del cerebro que se encargan de controlar las emociones se sobreactiven. En toda crisis de pánico, se da una descarga episódica del sistema simpático con una liberación de noradrenalina. Esto da lugar a muchas de las manifestaciones, tanto físicas como psíquicas, que sufren los pacientes.

Muchas investigaciones han atendido a demostrar que, en las personas que padecen de trastorno de pánico, son numerosos los neurotransmisores que funcionan de manera incorrecta: la Noradrenalina, la Serotonina, el CRH y el GABA. La Serotonina es la que parece modular la respuesta al miedo.

Consecuencias de las crisis de pánico

Cuando las crisis de pánico tienden a ser repetitivas, las personas pasan a estar constantemente atentas a las señales que emite su cuerpo, así como también con miedo a padecer de una nueva crisis. Este constante estado de expectativa ansiosa es mejor conocido como “ansiedad anticipatoria”.

Toda interpretación que las personas realicen sobre sus manifestaciones físicas y psíquicas es diferente. Muchas veces pueden llegar a creer que están por sufrir de un ataque cardíaco o que van a desmayarse, intensificando así los síntomas y favoreciendo de este modo la capacidad de sufrir una nueva crisis de pánico.

Si no se lleva adelante un tratamiento eficaz ante estas crisis de pánico, las mismas pueden llevar a la persona a sufrir de una fuerte depresión o, incluso, a un aislamiento social.

Si no se está llevando a cabo un tratamiento correspondiente, el trastorno de pánico tiende a convertirse en crónico, con períodos de crisis que van socavando el bienestar, la autoestima y la movilidad de las personas, pudiendo acabar confinándolas en el interior de sus casas. Claramente, esto acaba perjudicando la vida social de los pacientes, pudiendo provocar que se perjudiquen sus relaciones personales, de pareja, de familia, amistades y hasta su situación laboral.

¿Cómo es el tratamiento para el trastorno de pánico?

A lo largo de los años se han comenzado a desarrollar normativas de índole internacional, destinadas a identificar los tratamientos adecuados para el trastorno de pánico. Estas normativas han indicado que la farmacoterapia y la psicoterapia cognitiva conductual son las dos herramientas básicas necesarias para controlar eficazmente los síntomas de este trastorno.

Esto se debe a que pueden ser aplicadas de manera combinada a lo largo de un tiempo considerable. A su vez, es de gran importancia favorecer la educación y la información del paciente acerca del trastorno que padece, de modo de evitar, en la medida de lo posible, que su actitud  y su miedo ante nuevas crisis de pánico favorezcan que estas ocurran.

Los fármacos más elegidos para el tratamiento del trastorno de pánico, son los inhibidores selectivos de la recaptación de Serotonina. Esto se debe a que no se han demostrado aún efectos adversos ni potencial adictivo. Se consideran sumamente seguros para la salud del paciente. Estos fármacos pueden administrarse durante largos períodos de tiempo. Eventualmente, los médicos pueden comenzar a reducir gradualmente la dosis.

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Las técnicas específicas seleccionadas de terapia cognitivo conductual para el correcto tratamiento del trastorno de pánico, incluyen los aspectos psicoeducativos (de información y educación del paciente), la reestructuración cognitiva (que consiste en modificaciones en los miedos del paciente), así como también la exposición a situaciones propensas a generar crisis de pánico. Estos métodos, en conjunto, han sido caracterizados como de un altísimo nivel de confianza y eficacia para el tratamiento del trastorno de pánico en pacientes con diferentes grados de esta enfermedad.

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